jueves, 24 de mayo de 2007

Una crítica literaria del libro

Hoy me entero de que salió otra nota, en las páginas Literarias de La Gaceta de Tucumán. ¡Me hizo sonrojarme!



Domingo 13 de Mayo de 2007
Literario
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Homenaje al bailarín que inició su estirpe

Por Beatriz E. de Parolo. Exhaustivo trabajo de una periodista. La autora francesa persiguió tenazmente al argentino durante siete años. Y con él compartió en ese lapso giras y charlas.

JULIO BOCCA. LA VIDA EN DANZA


Angeline Montoya (Aguilar - Buenos Aires)

El libro es inaugurado por una cita de Modiano que pone en foco el espíritu que animó su génesis: “Existen seres misteriosos -siempre los mismos- que están como centinelas en cada encrucijada de nuestras vidas”. Este enunciado se vincula a declaraciones de la autora en una entrevista publicada en La Plata: “Cuando tenía quince años estaba enamorada de Julio Bocca. Era como mi obsesión: tomaba clases de danzas clásicas, lo seguía por todas partes y quería conocerlo. Así, sin proponérmelo, empezó a gestarse el libro”.

Es interesante conocer que la periodista francesa Angeline Montoya pasó gran parte de su vida en Argentina, pues es hija de quien fue cónsul de Francia en La Plata y director de su Alianza Francesa durante el período 1986-1992. Este dato no es menor, dado que su libro, además de revelar un impulso y una potencia creadora propia de los años de juventud, está impregnado de detalles de nuestra cultura. La persecución al ídolo fue tenaz y sorprendente: durante siete años, A. M. compartió giras y charlas con el talentoso bailarín; entrevistó, además, a numerosas personas de su entorno familiar y profesional. De esta manera recogió datos que dieron lugar a este exhaustivo trabajo de investigación-divulgación, que, a pesar de haber nacido al calor de la más profunda admiración, guarda una contenida y necesaria neutralidad.

El lector recorre a través de un texto formalmente claro toda la complejidad de la vida de Julio Bocca: su infancia signada por la ausencia paterna; por la presencia incondicional de la madre y del abuelo; por el trabajo obsesivo y disciplinado que culmina en la consagración profesional, no sólo asegurada por la crítica especializada y por galardones mundiales, sino también avalada por una popularidad infrecuente en el campo de un arte tan refinado como es el de la danza clásica (aunque, a su vez, sea “pasión de multitudes”, como lo define la autora en el capítulo 12).

En el libro también se tratan temas que resultaron ríspidos. Nos referimos a la condición sexual de Julio Bocca, por ejemplo, un tema difícil de tratar dentro de nuestra cultura. En ese sentido se mencionan sus amores, tanto femeninos como masculinos. Otro tema urticante e insoslayable en una trayectoria de estas características es el de las presiones de toda índole sufridas por el artista, que culminaron en momentos de dolores físicos y morales, de gran angustia personal.

Sin duda es un grato acontecimiento -y no es casual- que en el año de la despedida de Julio Bocca de los escenarios mundiales haya visto la luz esta minuciosa biografía, esta “vida en danza” que nos resultó un franco y merecido homenaje al gran artista.

La afirmación vertida por un crítico especializado en ocasión de las presentaciones de nuestro argentinísimo Julio Bocca en los comienzos de su carrera se asocia con la idea de que no lo veremos más bailar en vivo, decisión que suscita en el lector una inevitable sensación de frustración. Dice el crítico: “Bocca no tiene nada en común con otros bailarines actuales. No será el sucesor de ninguno, porque en él se inicia, multiplica y cristaliza su propia dinastía”.(c) LA GACETA

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