sábado, 31 de agosto de 2013

Julio Bocca: "La política nunca me interesó porque soy artista"

Una nota de Clase Ejecutiva:

Julio Bocca: "La política nunca me interesó porque soy artista"

Andrea del Río
adelrio@cronista.com
@Andrea_del_Rio
- See more at: http://www.apertura.com/clase/Julio-Bocca-La-politica-nunca-me-intereso-porque-soy-artista-20130829-0004.html#sthash.PP5AaXRy.dpuf
 Andrea del Río

A 6 años de su retiro, el mayor bailarín de la historia argentina vuelve al Teatro Colón. En una única función, mostrará su trabajo como director artístico del Ballet Nacional del Sodre, compañía uruguaya que dirige desde 2010, con récord de funciones, espectadores y recaudación. Su experiencia en la gestión pública.

A 6 años de su retiro, el mayor bailarín de la historia argentina vuelve al Teatro Colón. En una única función, mostrará su trabajo como director artístico del Ballet Nacional del Sodre, compañía uruguaya que dirige desde 2010, con récord de funciones, espectadores y recaudación. Su experiencia en la gestión pública. 
- See more at: http://www.apertura.com/clase/Julio-Bocca-La-politica-nunca-me-intereso-porque-soy-artista-20130829-0004.html#sthash.ZCIEyXq7.dpuf
“Hoy, justamente, retomo el psicólogo después de un par de años”. Me lo dice Julio Bocca. No se le escapa. No se lo sonsaco. Me lo dice. Así. Clarito. Sin dramatismo, divismo ni victimismo. Sabe que ya estamos en modo entrevista, si tengo una mano ocupada con dos grabadores y la otra aferrada al combo de anotador/lapicera/tarjeta personal/ejemplares de Clase Ejecutiva donde fueron personajes de portada sus amigos Lino Patalano y Eleonora Cassano (me doy cuenta que las apretujo como si fueran estampitas).

Con tal de aprovechar el encuentro pautado hace ya dos meses –que hace apenas un ratito pareció estar en peligro–, me acoplo a su andar. Huracanado. Atrás la oficina, la sala de ensayos, el vestuario. A través de pasillos gélidos y escaleras desangeladas. Abordo de un ascensor de servicio. Así llegamos hasta la terraza del montevideano Auditorio Nacional Adela Reta, sede del Ballet Nacional del Sodre (BNS/Servicio Oficial de Difusión Radio Eléctrica) del que es director artístico desde 2010.

Sopla el viento. Con esa enjundia típica del que se empeña en dejar huella hasta la próxima vez que lo llamen a escena, sopla el viento. Sopla desde el río, ahicito nomás. Bocca se aferra a su taza térmica, se prende el botón central de su chaqueta de cuero, le tira un manotazo a los cabellos que se agitan y agradece –sin dramatismo, divismo ni victimismo– resolver al mismo tiempo la entrevista y la sesión de fotos porque el día se le complicó. “Decí que hoy retomo terapia”. Me lo dice otra vez. Como quien fragua un mantra exprés que le permita sortear lo que queda del día…

Un día particularmente agitado en la agenda de Bocca, enfrascado en los ensayos generales y pruebas de vestuario finales de El lago de los cisnes, producción que a mediados de julio y 15 días antes de su estreno, cuando se realizó esta entrevista, ya batía récords históricos con 18 mil localidades vendidas para sus dos semanas en cartel. Al frenesí propio de esa instancia definitoria, y justo cuando Bocca abre la puerta de su despacho, donde lo espero, se suma lo inesperado: una comisión sindical lo intercepta e increpa allí, en medio del pasillo, frente a sus bailarines. ¿La razón? Su decisión de realizar el espectáculo enteramente con música grabada, desafectando de hecho a las orquestas Sinfónica y Juvenil en virtud de una serie de problemas burocráticos internos que anteceden –y quizás incluso trasciendan– a su gestión.

¿Justo hoy, justo ahora? Enseguida, la preocupación por qué talante tendrá Bocca cuando finalmente nos encontremos es reemplazado por la curiosidad de ver, en vivo y en directo, cómo sortea uno de los aspectos menos gratos de su rol de director de una compañía estatal de danza. Porque, a dos meses de asumir oficialmente su cargo, debió suspender una función debido a una huelga, trance tras el cual se ocupó de dejar en claro: “La próxima, hago la función como sea. Y si no, me retiro a mi casa muy tranquilamente”. Tuvo ocasión de demostrar que hablaba en serio en octubre de 2011, cuando se convocó el primer paro general de 24 horas contra el gobierno de José Pepe Mujica: no sólo se llevó a cabo la función programada de Giselle, sino que el presidente uruguayo fue el invitado de honor a la velada.

JULIO BOCCA - img DOSNobleza obliga, nueva prueba superada: Bocca escucha a los delegados aunque le griten al unísono, argumenta aunque le retruquen en simultáneo, mantiene el tono de voz aunque lo chicaneen altisonantes, ofrece una instancia posterior de intercambio aunque lo tienten con encender la mecha corta de zanjar la discusión con un “porque lo digo yo”. Claro que cuando finalmente entra a su oficina, luce traspuesto. El autocontrol se cobra cada centavo de su cotización en alza en los manuales de liderazgo. Evidente: hay cero chances de mantenerlo allí adentro, sentado, charlando. A jugar con las cartas que tenemos. “¿Le parece, Julio, que lo deje tomarse un tecito tranquilo y lo venga a buscar cuando esté armado el set para las fotos en la terraza?”. Ni me mira. Pero asiente. Allá, donde el viento sopla con enjundia, hace rato que está todo dispuesto. Pero arriesgo el comodín de la media hora que quizás le amaine el revire.
El compás de espera invita a repasar los méritos que ya le han ganado a Bocca un lugar en la historia cultural uruguaya equivalente al logrado en nuestro país… y en apenas tres años. El BNS, cuerpo creado en 1935, es una de las instituciones de la danza pioneras de la región. Con un pasado glorioso –que incluye el fichaje de las principales étoiles internacionales de la época, así como multitudinarias galas populares en el Parque Rodó–, la compañía entró, a partir de la década del ‘70, en un cono de sombras tras una serie de calamidades político-burocráticas pero también estructurales (un incendio la dejó prácticamente sin sede activa por casi 20 años). En 2009, el BNS volvió al centro de la agenda cultural montevideana cuando estrenó su sede de 25 mil metros cuadrados con capacidad para 2 mil personas, bautizado en honor a Adela Reta, penalista colorada especializada en minoridad que fue ministra de Educación de Julio María Sanguinetti.

Meses después de ese corte de cintas, el presidente Mujica aprobó la designación de Julio Bocca como director artístico del cuerpo de baile y manifestó: “Es apostar a un país de primera. Estoy muy contento, creo que es una incorporación muy importante que va a revitalizar, sin ninguna duda, la escena nacional”. No le erró al vaticinio. Con un ambicioso programa de funciones (pasó de 25 a casi 100 anuales) y giras por el interior del país (visitan regularmente cada departamento y actúan en teatros pero también en escuelas o canchas de básquet), Bocca ha popularizado el ballet en Uruguay como nunca se había visto. En términos de espectadores, mientras que en su primer año de gestión convocó a 71.775 personas, en lo que va de 2013 acumula 314.096. Y, en recaudación, entre junio de 2010 y marzo de 2013, las planillas que puntillosamente se acumulan en la pizarra de su austera oficina destacan la cifra de u$s 2.486.169.

Tiempo cumplido. “Ya está todo listo. ¿Vamos, maestro?”. Me acoplo a su andar. Huracanado. Atrás la oficina, la sala de ensayos, el vestuario. A través de pasillos gélidos y escaleras desangeladas. Abordo de un ascensor de servicio. Y entonces: “Hoy, justamente, retomo el psicólogo después de un par de años”. No se le escapa. No se lo sonsaco. Me lo dice. Así. Clarito. Vamos por ahí.

¿Es cómún este clima previo a los estrenos? (Revolea los ojos, sonríe, bebe de su taza térmica)

¿Cómo lo maneja? Dígame que es té de tilo…
Decí que hoy retomo terapia.

Me está tentando a titular que el BNS mandó a Bocca de vuelta al diván…
No el BNS, sino algo más complejo y complicado de lidiar, como son las instituciones estatales.

Tras haber fundado y dirigido su propia compañía, Ballet Argentino, ¿qué diferencias encuentra entre la gestión privada y la pública? La gestión privada siempre es mucho mejor porque te asegura agilidad y productividad. Si pudiéramos sacar lo mejor del Estado y de lo privado, sería maravilloso. Pero nos cerramos: todo en uno o en otro. Ese es el problema. Y es complicado tratar de manejarse en ese límite. Claro que lo privado tiene lo suyo, pero el Estado tiene un nivel de burocracia que implica que todo te lleva tiempo. A veces necesitás solucionar los problemas en dos horas, pero los trámites, los permisos, las autorizaciones y el papeleo te llevan dos meses, y quizás eso implica que te perdiste la oportunidad de contratar a alguien. Por suerte, dentro del BNS tenemos un esquema de gestión mixta. Desde el comienzo me dieron libertad para manejarme en base a lo que aprendí después de haber estado casi 30 años en compañías como el American Ballet de Nueva York. No tendré la agilidad administrativa para resolver algunas cuestiones de un día para el otro, pero tengo la tranquilidad de saber que, respetando los procesos y los controles, en tres semanas puedo estar pagando un contrato de un coreógrafo, una compra de vestuario o los pasajes para una gira. Esas cosas son las que me permiten haber logrado lo que se hizo hasta ahora. Y haber renovado contrato hasta 2015.

¿Y qué nudo todavía no pudo desatar?
Del ballet no me puedo quejar. Además, tengo el apoyo de la gente, del público, del staff, de las autoridades. Pero dentro de toda institución estatal siempre tenés un grupo que no quiere el cambio, que quiere mantenerse en una estructura que es vieja, que no era mala sino que, lamentablemente, es de otra época. Hoy, en nuestros países, un mes la economía está bien y al otro es un desastre. Y esos cambios te impactan, te piden ser ágil y rápido para adaptarte. La traba con que me encuentro es gente que se encierra, que no abre la cabeza y que no entiende que no tiene que tener miedo al cambio. Quizás piensan que se van a quedar sin nada, pero en realidad mi planteo es para mejor.
En acción. Reconocido en el mundo, Julio Bocca es sinónimo de ballet.

¿Cambió su manera de encarar esos conflictos?
Los voy encarando con mayor madurez, entendiendo al otro lado. Al principio, había cosas que quizás no sabía. Tené en cuenta que es la primera vez que trabajo dirigiendo una compañía estatal, y encima de un Estado que no conozco, porque puedo tener una idea de cómo funciona la burocracia argentina, pero de la uruguaya no estaba tan al tanto. Y lo estoy aprendiendo. De todas maneras, estas cosas a mí me dan más fuerza, las capitalizo, me dan más seguridad en adónde y cómo quiero llegar. En ese sentido, esos planteos no me quitan la tranquilidad. Lo lindo de esta etapa de mi vida es poder llevarla de modo más fácil, sencillo y menos complicado… haciendo más de lo que quizás me proponen. Si hay roces, es porque a veces la gente quiere tener más haciendo menos. Y no es así como se consiguen las cosas.

¿Nada de llevarse los disgustos a la almohada?
Frente a los planteos, mi visión es seguir trabajando, ensayando, probando vestuario. Al margen, llevo el tema a mis superiores y espero su decisión. Y, ya en casa, con un vinito tinto, mi champancito o una cerveza, me relajo y paso hoja. Bueno, hoy lo hablaré en terapia… ¡Qué lindo lugar eligieron para las fotos! Sabía que acá viene la gente a almorzar, pero no me había acercado… Bueno, a esta cornisa hay que tenerle respeto (risas).

¿Cómo es su esquema de trabajo cotidiano?

Estoy todos los días, de 8 a 17. En general, entre las 11 y las 16 estoy con los bailarines, y el resto del tiempo me dedico a lo administrativo, que implica resolver temas como programación, publicidad, contratos, compra de materiales. Me gusta involucrarme en esos temas, especialmente con los sueldos, y tratar de que sean lógicos.

¿Qué quiere decir que sean lógicos? Que todos tengan las mismas posibilidades, que las diferencias no existan. Desde que asumí, logramos que los contratos fueran anuales, que accedieran a aguinaldo y seguro de despido, cuestiones que no estaban contempladas.
Uno de los temas todavía en discusión tiene que ver con la jubilación temprana a la que se ven expuestos los bailarines, cuya vida laboral es quizás 20 años más corta que…
La jubilación es la común y corriente, a los 65, como cualquiera en cualquier país del mundo. Pero justamente están reclamando por el gap entre que se retiran, a los 40 o 45 años, y el momento en que efectivamente pueden acceder a la jubilación. Estamos trabajando en el proceso de ayudar a los más jóvenes a planificar su carrera para que vean qué pueden hacer una vez que se retiran de la danza y hasta que se jubilan, que es distinto. Pero los que ya tienen 40 años no son niños que no sabían qué se les venía: tienen que hacerse cargo. Mi orgullo es que los bailarines de 18 ahora tengan contrato por un año, más aguinaldo, sueldo y, si se los desafecta, cobren unos meses extra. En este contexto, no se pueden quejar. Además, tienen acceso a este teatro, a los camarines, a los maestros, a los repertorios, a los viajes. Si se quejan es porque somos así de quejosos nomás los latinos…
BOCCA _ IMG UNO 



Hablando de lo latino, ¿qué tan competitivos somos en comparación con las grandes potencias de la danza? Estamos atrasados en un montón de cosas: preparación, responsabilidad, disciplina, estructura, escuela, constancia. Sigue habiendo nuevos talentos, buenos maestros y grandes bailarines, pero no hay un cuidado global ni un proyecto a largo plazo, y eso se siente mucho. Voy a seguir diciéndolo, aunque me odien: esa cosa latina, tan parte nuestra, de querer más dando menos, no nos hace ningún bien. Si acepté este puesto es porque me aseguraron las condiciones para llevar a cabo mi ideal, que es convertirla en una de las mejores compañías del mundo. Esa es mi visión. Y no la voy a cambiar para conformarla a la de otros. Mi objetivo es generar oportunidades, aunque se parta de menos en relación a otros mercados. Pero para eso necesito que cada profesional entienda que también tiene que dar para llegar y competir. A mí me motiva luchar para tener más. Y eso es lo que incentivo como director, no la comodidad.

¿Está apostando a generar un semillero regional? Sí, con jóvenes que quieran trabajar, evolucionar, mejorar, tener una responsabilidad y disfrutar de lo que están haciendo. Porque el nuestro es un trabajo que se elige, nadie te obliga. Y creo que, si tenés la posibilidad de hacer lo que te gusta, es tu deber lucharla. Lucharla y mejorar hasta el último momento. Ya sabemos que tenemos una carrera muy corta, entonces hay que prepararse para el día después, saber si te vas a querer enfocar como maestro, director, coreógrafo… o cocinero. Porque hay un montón de otras carreras maravillosas a las que te podés dedicar ya que nadie te garantiza que por ser un buen bailarín podés ser un buen maestro, director o coreógrafo. Por eso me propongo inculcarles a los más jóvenes que no se encierren en la danza y que, cuando tengan una base sólida como bailarines, empiecen otra carrera para tener una perspectiva de vida cuando se retiren a los 40 o 50. En ese momento empieza tu otra vida, y tenés que seguir comiendo.

En contrapartida a toda esa inversión en formación, ¿cómo se retiene el talento? Es imposible. En nuestros países no tenemos ninguna chance de competir con las grandes compañías, al menos por ahora, en términos de sueldos. Puedo competir con maestros, funciones, giras, programación. Eso es lo que uno puede ofrecer: calidad de trabajo, enseñanza, excelencia técnica y artística. Es lo que uno tiene para luchar. La compañía del BNS no está mal paga, en absoluto, pero por supuesto que, si la comparás con el American Ballet de Nueva York o la Ópera de París… Claro que estamos hablando de otra historia, cantidad de público, funciones, espónsores… Aunque también es cierto que sus gastos son mayores y, muchas veces, no tenés un contrato anual asegurado sino que te pagan 32 o 34 semanas al año y arreglate…

¿Está apostando a generar un semillero regional? Sí, con jóvenes que quieran trabajar, evolucionar, mejorar, tener una responsabilidad y disfrutar de lo que están haciendo. Porque el nuestro es un trabajo que se elige, nadie te obliga. Y creo que, si tenés la posibilidad de hacer lo que te gusta, es tu deber lucharla. Lucharla y mejorar hasta el último momento. Ya sabemos que tenemos una carrera muy corta, entonces hay que prepararse para el día después, saber si te vas a querer enfocar como maestro, director, coreógrafo… o cocinero. Porque hay un montón de otras carreras maravillosas a las que te podés dedicar ya que nadie te garantiza que por ser un buen bailarín podés ser un buen maestro, director o coreógrafo. Por eso me propongo inculcarles a los más jóvenes que no se encierren en la danza y que, cuando tengan una base sólida como bailarines, empiecen otra carrera para tener una perspectiva de vida cuando se retiren a los 40 o 50. En ese momento empieza tu otra vida, y tenés que seguir comiendo.

En contrapartida a toda esa inversión en formación, ¿cómo se retiene el talento? Es imposible. En nuestros países no tenemos ninguna chance de competir con las grandes compañías, al menos por ahora, en términos de sueldos. Puedo competir con maestros, funciones, giras, programación. Eso es lo que uno puede ofrecer: calidad de trabajo, enseñanza, excelencia técnica y artística. Es lo que uno tiene para luchar. La compañía del BNS no está mal paga, en absoluto, pero por supuesto que, si la comparás con el American Ballet de Nueva York o la Ópera de París… Claro que estamos hablando de otra historia, cantidad de público, funciones, espónsores… Aunque también es cierto que sus gastos son mayores y, muchas veces, no tenés un contrato anual asegurado sino que te pagan 32 o 34 semanas al año y arreglate…

¿Esos argumentos para retener talento son también válidos para repatriar figuras? Los que se fueron ya saben que afuera no es que se vive de maravillas. Al margen, muchos eligen volver porque llegaron a un punto de sus vidas en que quieren también desarrollar su vida personal y apuestan por su lugar. Para mí es un orgullo haber repatriado a María Noel Riccetto, primera bailarina del ABT, que tiene una experiencia, calidad de trabajo y formación igual a la mía. Su ejemplo me ayuda a que los más jóvenes vean la disciplina y el respeto que se debe tener en la carrera.
El 8 de octubre vuelve a la Argentina, nada menos que al Colón. Será la primera vez que mostrará, en su país, el trabajo que está haciendo con el BNS…
Será sólo una función. Pero es importantísima porque es la primera vez que el BNS va al Colón, siendo las dos instituciones de la danza más antiguas de la región. Va a ser una cita bastante trascendente, con invitación al presidente Mujica para que viaje y asista y todo…

¿Tiene trato asiduo con el presidente uruguayo?
Viene a alguna función y quizás lo veo, pero nada más. Yo con la política no quiero nada.

Lea el resto de la nota en su página de publicación original aquí.


El arte de la danza

Julio Bocca: "La política nunca me interesó porque soy artista”

- See more at: http://www.apertura.com/clase/Julio-Bocca-La-politica-nunca-me-intereso-porque-soy-artista-20130829-0004.html#sthash.ZCIEyXq7.dpuf

No hay comentarios.: